"Todos decidimos y somos responsables de la vida que decidimos vivir eres un cocreador de realidades si construyes unas bases sólidas de amor y valoración personal, estaras atrayendo para ti una vida llena de merecimiento, respeto y paz en tu corazón para lograr una vida más plena" "El mundo esta en las manos de aquellos que tienen el valor de soñar y que se atreven a correr el riesgo"
jueves, 27 de septiembre de 2012
LA BASURA MENTAL Por Gonzalo Vargas Acosta
PUBLICACION TOMADA DE LA REALIZADA POR: Gonzalo Vargas Acosta http://senderoespiritual.com
Muchas personas viven dormidas la mayor parte de su tiempo, lo que
significa que podemos vivir una vida sin despertarnos, sin enterarnos
de lo grandiosos e importantes que somos para el universo.
Recibimos información del exterior a todas horas, “tener, poseer,
conseguir, conquistar”, esto nos genera miedo, ansiedad y temor por
perder; lo que hace que sigamos dormidos.
La información no la debemos buscar en el exterior, debemos
buscarla en el interior, dentro de nosotros mismos, pero le tenemos
miedo al interior, donde habita nuestro ser superior, que es el único
lugar donde encontraremos lo que necesitamos. Porque las personas
no son lo que piensan que son, sólo creen serlo, y eso es lo más
triste, porque la mente es un órgano reflejo y reacciona ante todo,
llena la cabeza de millones de pensamientos, pensamientos que dicen
muy poco de nosotros. Queremos hacer cosas a toda costa, no
paramos de hacer, olvidándonos de ser.
Debemos desarrollar nuestra sabiduría y poder interior, para sacar la
basura mental que nos acompaña, sí, sacar lo que no necesitamos de
nuestra cabeza.
¿Cómo lo podemos hacer? Vaciando nuestra mente, porque llenamos
nuestra mente de todo lo que nos dicen, nos hablan, publican, y nos
privamos de todo lo importante, de lo que sucede a nuestro alrededor
que verdaderamente es importante y que impide conectarnos con
nuestra esencia. Siempre están ocurriendo cosas, y cuando no somos
capaces de liberar nuestra mente de la basura mental no vivimos el
mejor momento que existe, el ahora, y por lo tanto no vemos esas
cosas.
Cuando logremos vivir el presente, vivir en el ahora, nos
sorprenderemos de todo, de lo que sucede, de todo lo que podemos
hacer y de lo bien que lo hacemos. Es en ese momento cuando
verdaderamente afloran nuestros talentos y nuestras virtudes.
Debemos aprender a sorprendernos con lo simple, con la lluvia, con
el sol, con las gotas del rocío, con el abrazo de un árbol, con la brisa
que te acaricia, con el albor de la mañana, con la luz de una sonrisa.
Porque al valorar lo simple, lo ordinario, convertimos nuestras vidas
en extraordinarias, olvidándonos de lo difícil y transformando las
dificultades en oportunidades.
Al comenzar a vivir en el ahora y entender lo simple como lo
prioritario, surgen los cambios, comenzamos a entender la vida desde
otra perspectiva. Y es desde la perspectiva del ahora donde nos
comprendemos y aceptamos a nosotros mismos.
A veces hay que perderlo todo, hasta lo que consideramos
importante, para recuperar lo que somos. Para lograrlo necesitamos
esfuerzo, constancia, cambios, a veces dolorosos, pérdidas de algo o
alguien que son necesarias para el proceso, un cambio que nos
impulse a evitar lo superfluo y nos permita volar sobre el pantano.
Y cuando sobreviene el mal momento, ese que no entendemos, que
no aceptamos, que consideramos que no merecemos, debemos ser
conscientes de él, enfrentarlo, amarlo, aceptar que no sabemos qué
hacer y abandonarnos al amor del Padre, al amor del Universo, para
encontrar la respuesta, el camino. Porque toda nuestra vida tiene un
propósito, incluso las cosas difíciles, y depende de nosotros
descubrirlo, por lo que cada momento es único y no hay instantes
vacíos.
Toda acción tiene consecuencias negativas y positivas. Al reconocer
ambos lados terminamos siendo realistas y responsables de nuestros
actos, llevando nuestra vida a un plano superior.
Somos frágiles, y lo importante no es ganar o ser el mejor,
simplemente tener pasión por algo y hacerlo de la mejor manera.
Rendirnos ante lo evidente, no ante el logro, ante lo que nos hace
excepcionales. Y todo esto se hace en el ahora, lo demás no existe.
El viaje aporta la felicidad, no el destino, porque sólo somos este
momento.
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