"Todos decidimos y somos responsables de la vida que decidimos vivir eres un cocreador de realidades si construyes unas bases sólidas de amor y valoración personal, estaras atrayendo para ti una vida llena de merecimiento, respeto y paz en tu corazón para lograr una vida más plena" "El mundo esta en las manos de aquellos que tienen el valor de soñar y que se atreven a correr el riesgo"
lunes, 14 de enero de 2013
Tres a no despreciar:
una persona respetada,
la propiedad de otro,
un buen amigo.
Tres a no ensalzar:
a un hombre deshonrado,
a un loco presuntuoso,
a tu propio hijo ante los demás.
Tres a ni ensalzar ni despreciar:
a los familiares,
a alguien de quien nada sabes
…a nadie, en realidad.
–Patrul Rimpoché
QUIEN QUIERE TENER RAZON?
El ser humano es un animal al que le encanta que le den la razón. Que sepamos, es la única especie con este comportamiento.
Para lograr que te den la razón, descartando el caso de los niños y los locos, es necesario discutir. Por eso se discute de forma incansable, las discusiones nos atrapan, nos enredan y al final acaban agotando unas energías preciosas que se podrían haber usado en otros fines. Y aun después de haber discutido, en muy raras ocasiones te acaban dando la razón, aunque cada cual en su fuero interno cree más firmemente que la tiene.
De ahí la visión de Dale Carnegie que recomienda muy encarecidamente el no discutir, pues rara vez se vence y si se logra vencer, la otra parte nos guardará rencor, cosa nada recomendable. Carnegie no ve rentable la discusión, postura lógica en alguien que ha sentado las bases de la moderna persuasión. ¿Recuerda usted alguna discusión con alguien que le quería vender algo?
Seguro que algún conocido le ha contado que al final le han dado la razón en algo. En mi caso, siempre le pregunto el precio. La conclusión es desalentadora, las repuestas frecuentes son: enfado conyugal, peor ambiente laboral, dinero gastado en pleitos, despidos, etc.
Todo esto ocurre a nivel personal, si lo hacemos a nivel grupos o sociedades, el asunto es más grave. Conflictos, violencia, guerras, persecuciones religiosas y otros comportamientos desagradables suelen ser efectos de querer tener la razón, ya que generalmente, cuando se acaban los argumentos (cosa que ocurre rápidamente), el objetivo se intenta conseguir por la fuerza. Digamos que la política es discusión, que cuando ésta se descontrola se pasa a la violencia y que lo que mejor funciona es la diplomacia como forma de persuasión entre grupos.
Arthur Schopenhauer escribió “El arte de tener razón” donde explica cómo lograrlo mediante ciertos trucos retóricos que funcionan. Es un tratado muy ingenioso que suele funcionar. Sin embargo, para mí, no lo veo muy útil. No recuerdo cuando fue la última vez que quise ganar una discusión.
Hay algo que las personas confunden: tener razón y conseguir lo que quieren. Rara vez coincide ambas cosas. Generalmente, para conseguir lo que quieres, la razón no es suficiente. Ni siquiera la fuerza, que es lo primero que se usa cuando se abandona una discusión. La verdadera herramienta para conseguir lo que usted desea es la persuasión. ¿Los niños discuten? Rara vez, sin embargo, son maestros en persuasión y les sale a cuenta.
Si usted adora discutir y tener razón, no se prive, siga los consejos de Arthur Schopenhauer Si usted quiere conseguir que los demás hagan lo que usted quiera, siga a Dale Carnegie: gastará menos energías, se llevará bien con todo el mundo y logrará sus objetivos.
Además, si usted cree firmemente que tiene razón, ¿para qué discutir?
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